16.3.16

Pensando en ella



Alejandra dejándonos una nota, un dibujo, un poema.

Alejandra sonriente, tartamudeando un chiste un sobreentendido como si hablara con Kafka (de la estirpe de Kafka).

Alejandra, un muchachito en apariencia, pelo corto, pantalón eterno, nada bonita, toda encantadora.

Alejandra encanta a los artistas, poetas, escritores. Es así como atrae el talento, la sátira, la broma (Kafkiana sin su recato).

Alejandra que vive en el molde que se creó antes de salir a la vida, poniéndose adentro, y si el molde refleja a los poetas malditos, mejor.

Alejandra que no puede decir: “PARE” y menos pararse en esa curva peligrosa de ser; de ser ella; de ser poeta.

-Duermo de día, escribo de noche, invento, sufro, luego existo. Tengo alucinaciones, luego existo. No puedo dormir, tiemblo, el miedo, la oscuridad, luego existo. Esto es pensar en Alejandra.

Y luego: llega la fama. Veo a Cortazar (también su amigo) y tengo una sensación de extrañeza: pero... si lo conocí antes...: (de la fama) si era mi amigo... si era mi vecino... si éramos jóvenes. Y cuando Alejandra está en París, allá por los años 63 o 64 en esa curva ascendente, tengo la misma sensación de extrañeza pero si la conocí cuando era una muchachita vestida de muchachito tartamudeando, enviando cartas sentimentales. (Conservo una carta llena de amor que terminaba invitándome a “La Martona” (1) porque el pudor puede más).

Y en París, en su cuarto, todavía en la cama; y en el suelo, una fila de vasos de té vacíos puestos uno tras otro como las velas que encienden los enamorados como un juego. Pero Alejandra no juega, no trabaja, no come; escribe, escribe, lee, conquista amigos franceses, latinoamericanos y... se encierra.

La invitamos a cenar tantas veces como pudimos y cuando volvimos a BA, dijimos “se va a morir”. Tanto desamparo, tanta pasión, tanto juego, tantas arañas impacientes seduciendo su mente. Y tardó ocho años en cumplirse nuestra premonición pero ya se veía. Sí, ya se veía. Tanto desamparo detrás del humor de la ambición oscura de ser lo que era: una gran poeta. Detrás del humor, tanto desamparo. Su vida era la palabra, lo goyezco que afloró con el tiempo y que ocultaba, mientras desaparecía, ella, Alejandra y quedaban su escritura, sus poemas, para siempre. Me urge pensar en Alejandra, frágil, hermana, desdichada. Y no en su obra.

¿Sabés Alejandra? la locura me da miedo. Ese límite tenue entre ser y dejar de ser. Nos llamabas a las tres de la mañana porque los vecinos te observaban, te perseguían... (¡A través de las paredes!). Alejandra sabia y pordiosera. Huérfana y madre, hija, hermana, de la poesía. El molde que construyó para volcar su vida, se transformó en caverna, y ya dentro, la caverna se transformó en laberinto ¡y no encontró la salida!

Ordena sus papeles. Ordena. Ha recibido la orden. Está consagrada. El 25 de septiembre de 1972 cumple con la ceremonia.

Perla Rotzait
Junio 06

Nota 1. “La Martona” era una lechería que servía preferentemente a los niños, leche con vainillas. (¡Cómo cambió B.A.!).

Nota 2. Gracias a la invitación de Patricia Venti, recuperé a Alejandra Pizarnik por unas horas. Tomé la “Prosa completa” tomé la “Poesía completa” y me sumergí en el talento y la gracia y la rebelión y el infierno.



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Texto: testimonio de Perla Rotzait para el blog de Patricia Venti, Alejandra Pizarnik: pública y secreta.
Imagen: foto, con fines ilustrativos (no corresponde al testimonio), tomada del grupo de Facebook "Queremos tanto a Alejandra Pizarnik que nos duele" y fechada: París, 1960.

6.3.16

la rebelión consiste en mirar una rosa...


una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos



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Texto: Árbol de Diana.
Imagen: tomada del corto "Black Roses" de Julieta Triangular.

1.3.16

Haceme un lugarcito en vos, no te molestaré: carta de Alejandra Pizarnik a Silvina Ocampo


B. A. 31/1/72

Ma très chère,

Tristísimo día en que te telefoneé para no escuchar sino voces espúreas, indignas, originarias de criaturas que los hacedores de golems hacían frente a los espejos (cf. von Arnim).

Pero vos, mi amor, no me desmemories. Vos sabés cuánto y sobre todo sufro. Acaso las dos sepamos que te estoy buscando. Sea como fuere, aquí hay un bosque musical para dos niñas fieles: S. y A.
Escribime, la muy querida. Necesito de la bella certidumbre de tu estar aquí, ici-bas pourtant [aquí abajo, sin embargo]. Yo traduzco sin ganas, mi asma es impresionante (para festejarme descubrí que a Martha le molesta el ruido de mi respiración de enferma.) ¿Por qué, Silvina adorada, cualquier mierda respira bien y yo me quedo encerrada y soy Fedra y soy Ana Frank?

El sábado, en Bécquar, corrí en moto y choqué. Me duele todo (no me dolería si me tocaras –y esto no es una frase zalamera). Como no quise alarmar a los de la casa, nada dije. Me eché al sol. Me desmayé pero por suerte nadie lo supo. Me gusta contarte estas gansadas porque sólo vos me las escuchás. ¿Y tu libro? El mío acaba de salir. Formato precioso. Te lo envío a Posadas 1650, quien, por ser amante de Quintana, se lo transmitirá entre ascogencia y escogencia.

Te (les) envié aussi un cuaderniyo venezol-ano con un no sé qué de degutante (como dicen Ellos). Pero que te editen en 15 días (…) Mais oui, je suis une chienne dans le bois, je suis avide de jouir (mais jusqu’au péril extrême). Oh Sylvette, si estuvieras. Claro es que te besaría una mano y lloraría, pero sos mi paraíso perdido. Vuelto a encontrar y perdido. Al carajo los greco-romanos. Yo adoro tu cara. Y tus piernas y, surtout (bis10) tus manos que llevan a la casa del recuerdo-sueños, urdida en un más allá del pasado verdadero.

Silvine, mi vida (en el sentido literal) le escribí a Adolfito para que nuestra amistad no se duerma. Me atreví a rogarle que te bese (poco: 5 o 6 veces) de mi parte y creo que se dio cuenta de que te amo SIN FONDO. A él lo amo pero es distinto, vos sabés ¿no? Además lo admiro y es tan dulce y aristocrático y simple. Pero no es vos, mon cher amour. Te dejo: me muero de fiebre y tengo frío. Quisiera que estuvieras desnuda, a mi lado, leyendo tus poemas en voz viva. Sylvette mon amour, pronto te escribiré. Sylv., yo sé lo que es esta carta. Pero te tengo confianza mística. Además la muerte tan cercana a mí (tan lozana!) me oprime. (…) Sylvette, no es una calentura, es un re-conocimiento infinito de que sos maravillosa, genial y adorable. Haceme un lugarcito en vos, no te molestaré. Pero te quiero, oh no imaginás cómo me estremezco al recordar tus manos que jamás volveré a tocar si no te complace puesto que ya lo ves lo sexual es un “tercero” por añadidura. En fin, no sigo. Les mando los 2 librejos de poemúnculos meos –cosa seria. Te beso como yo sé i a la rusa (con variantes francesas y de Córcega).

O no te beso sino que te saludo, según tus gustos, como quieras.

Me someto. Siempre dije no para un día decir mejor sí.

Ojo: esta carta tu peut t’en foutre et me répondre à propos des hormigas culonas.

Sylvette, tu es la seule, l’unique. Mais ça il faut le dire: Jamais tu ne rencontreras quelqu’un comme moi –Et tu le sais (tout)

(Et maintenant je pleure. Silvina curame, ayudame, no es posible ser tamaña supliciada -)
Silvina, curame, no hagas que tenga que morir ya.



***
Texto: Correspondencia Pizarnik, editora Ivonne Bordelois. Editorial Planeta, Buenos Aires, 1998.
Imagen: fotografía de Roberta Tocco.